12 de diciembre de 2010

A veces las cosas salen mal y no es culpa de nadie.
Pero todos quieren un porqué. Un motivo. Algo que puedan envolver, ponerle un lacito y enterrarlo en el jardín de atrás. Enterrarlo tan hondo que parezca que nunca ha pasado. Me pregunto cuánto tiempo de sus vidas se pasará la gente rezando y pidiendo que algo que ha ocurrido no hubiera pasado. A lo mejor Dios existe porque a la gente le asustan todas las cosas malas que son capaces de hacer. La verdad, yo creo que el diablo tiene más sentido que Dios. Al menos entiendo porqué la gente quiere que exista. Va bien tener a alguien al que echarle la culpa de las cosas malas que ocurren. Hay dos formas de ver el mundo. Una es que la vida está llena de oportunidades, que está bien. Olvidando las cosas malas, como si no las vieras. La otra, es ver la realidad. Yo creo que hay dos maneras de ver el mundo. Puedes ver la tristeza que hay detrás de todas las cosas. O elegir bloquearlo todo. Si no dejas que el mundo te afecte, no te partirá el corazón. A todos los padres les pasa igual. Quieren que sus hijos sean felices, como si no supieran que siempre pasa lo mismo. Estoy segura de que he llorado todas las lágrimas que había dentro de mí. Pero aprendí que con las lágrimas no puedes hacer que alguien que no te quiere vuelva a quererte o que algo que pasó no haya pasado. Siempre está ahí. Aunque todo vaya bien y los niños jueguen y las parejas se besen, y eso… siempre está ahí. Pero la mayoría de la gente no es capaz de verlo. Es eso que siempre se está escabullendo. Cómo todos nos estamos muriendo por dentro. Lo tristes que estamos todos realmente. A veces las cosas no salen bien y no es culpa de nadie. Puede que ahora tenga sentido. Puede que en alguna parte entre todo esto haya una razón. Puede que en alguna parte entre todo esto haya un porqué. Puede que en alguna parte esté aquello que te permita que lo envuelvas todo, le pongas un lacito y lo entierres en el jardín de atrás. Que lo entierres tan hondo que parezca que nunca ha pasado. Pero nada. Ni un porqué, ni enfadarse, ni decir que lo sientes, ni oraciones, ni lágrimas. Nada puede hacer que algo que ha pasado no haya pasado. Cuando yo era pequeña creía que no se podía destruir lo que aún no se había construido. Ni pensaba que algo que no existía - o que yo no veía con nitidez- podría dejar de existir, por completo. Cuando yo era pequeña no tenía ni idea de que hay veces en las que los seres humanos nos equivocamos, y esos errores sólo nos sirven de mira a un futuro -de mira al presente y al pasado esos errores están cerrados. Cuando yo era pequeña no sabía que hay momentos de tu vida que van a ser importantes -o que son importantes, o que han sido importantes- y que por más que los humanos hagamos, pensemos y digamos no podemos borrarlos. Cuando yo era pequeña no sabía que determinados momentos no podían borrarse, porque no era consciente de la importancia que podría tener tan sólo un momento en toda una vida. Cuando yo era pequeña no sabía que alguien puede dejar de confiar en ti en un segundo dado y tener la seguridad de que esa no confianza va a prolongarse eternamente. Cuando yo era pequeña no sabía que cuando alguien no confía absolutamente nada en ti -por algo que tú has hecho- no hay nada que puedas hacer para solucionarlo. Cuando yo era pequeña no sabía que uno puede decepcionarse consigo mismo y que no existe cosa alguna que uno pueda hacer para dejar de estar decepcionado en ese preciso instante. Y no sabía de la importancia de la decepción, mucho menos de la duración. Cuando yo era pequeña no me sentía tan pequeña. Cuando yo era pequeña no me sentía tan pequeña, quizá porque no sabía de todas estas cosas.

14 de noviembre de 2010

Infancias.

Cuando el niño era niño, era tiempo de preguntas como: por qué yo soy yo y por qué no tú? Por qué estoy aquí y por qué no allí? Cuándo empezó el tiempo y dónde termina el espacio? Acaso la vida bajo el sol no es sólo un sueño? Acaso lo que veo, oigo y huelo no es sólo apariencia de un mundo ante el mundo? El mal existe de veras y acaso existen personas que son malas? Cómo puede ser que yo, el que soy no existiera antes de que yo fuera y que en algún momento, el que soy yo ahora ya no será el que yo soy. Es extraño... aún sabiendo que tiene que terminar, cuando termina, siempre sientes ese remordimiento inevitable de "¿hice lo correcto?". Lo malo de los sentimientos es que tienen ese modo sigiloso de aflorar cuando menos te lo esperas. El invierno debe ser muy frío para aquellos que no tienen cálidos recuerdos.Cuando tenía 10 años fabricaba recuerdos, ahora, intento olvidarlos.

28 de octubre de 2010

perdida.

Quiero pensar y pienso que las situaciones pasan, y la angustia de esperar a que el otro devuelva el cosmos a tus manos también. El tiempo es cruel, porque corre rápido cuando la vida marcha bien y se desliza lento cuando la vida marcha mal. Lo que me resulta más curioso de todo es el poder que tiene una persona sobre otra. Puedes pasarte toda una vida obsesionado intentando que el otro no te haga daño –directa o indirectamente- pero si la situación es propicia al final va a hacerte daño. Va a hacerte daño y tienes que aguantarte, aunque ni siquiera esa persona sepa que te está dañando. Lo que yo me pregunto es cómo te sacas de la mente la angustia que divaga de lado a lado atormentándote constantemente con algo que sabes que realmente no va a matarte. Porque el amor, por ejemplo, no mata a nadie. La gente decide morir de amor, eso es lo cierto. Claro que a veces uno no está en condiciones de decidir, ¿y cuándo sabes que estás rozando la línea? Cómo saber cuándo parar es la clave de todo para poder llevar el todo de la manera adecuada. Pienso en que pensar lo que estoy pensando no me hace bien, y quiero dejar de hacerlo. Es ahora cuando me gustaría poner mi mente en reposo, en modo off, hasta que pase la tormenta. Pero entonces –y a mi pesar- entiendo que este pensamiento estúpido sobre lo que pienso ahora (triste) es cruelmente necesario para que las nubes dejen de escupir girasoles. Por eso es importante estar dispuesto a superar lo que sea. A hablar sobre lo que sea. A pensar sobre lo que sea. No debemos tener miedo a exponer claramente lo que sentimos, aunque no sea a la persona correcta porque ésta aún no nos haya dado la oportunidad. Cuando se tiene algo dentro, cuando ese algo te está atorando física y mentalmente, lo que debes hacer es sacarlo. Y si no puedes actuar directamente, bien porque realmente no tengas la oportunidad de hacerlo o bien porque estés seguro de que realmente y por una vez en tu vida no es lo correcto, aún te queda la voz para sacar la historia, para escupirla como la lluvia escupe los girasoles hasta quedarte vacío. ¿Saben el problema? Yo creo que el vacío como que duele más. Que constantemente nos vamos armando de historias para sacarlas en un futuro, cuando creamos que no nos queda nada que sacar. Que necesitamos del drama como mero componente de la vida y que una vida sin drama no es drama, ni vida. Por otro lado, he descubierto que a las personas nos encanta autojustificarnos. Yo, personalmente, llevo unos cuantos días buscando justificación a algo que probablemente carece de justificación alguna. Pero lo que más nos gusta, lo que más nos gusta del mundo mundial, y que además casi se convierte en una necesidad, es pensar por el otro. Esto es casi obligatorio. Pensar lo que el otro piensa y, cuando subimos de nivel, pensar sobre lo que el otro piensa que estamos pensando. Es completamente absurdo, porque no nos han dotado de la capacidad de introducirnos en la mente del otro –normalmente situado éste a bastante distancia- y poder ver con claridad lo que habita en su consciente-inconsciente-subconsciente. Hablando de lo consciente, me gustaría mandar al subconsciente todo este caos mental que se ha acumulado en mi mente desde hace unos días y olvidarme por un tiempo. Estoy dispuesta a recordarlo en un futuro, y a pasar entonces la tormenta. Y de mientras, me preparo. Me preparo por los girasoles que puedan caer. Que, de seguro, va a caer una buena. Ya ha caído. Ya cayeron. Cuento los días de dos en dos, a ver si así llega antes la mañana en la que no me duela.

16 de octubre de 2010

365 dias de Besos.

Hoy pienso y sé.. que todo lo que hagas en la vida será insignificante, pero es muy importante que lo hagas, porque nadie más lo hará. Como cuando alguien entra en tu vida y una parte de ti dice: No estás mínimamente preparada para esto. Pero la otra parte dice: Hazlo tuyo para siempre..Un beso es sólo un beso. Solo tiene la importancia que tú quieras darle. Puede no significar nada... O puede cambiarlo todo.

Supongo que siempre me llamo la atencion esa cosa tuya de que todo te importaba poco, esa cosa tuya de no medir las concecuencias, no sé...
Tambien creo que siempre quise que un chico como tu me rescatara.
Hoy, por hoy.. Estoy enferma de ganas de verte y me sube la fiebre si nos dejan a solas

tequiero.

Hace 371 dias pensaría así..


A veces la revolución dista mucho de ser un gran cambio en la sociedad. Puede que sea una transición en nuestro interior más innato. Tuve épocas en las que me gustaba hablar de mi odio a la humanidad, era cuando la misantropía no me dejaba respirar y el rencor formaba parte de mi rutina. Y eso no es algo que me pasase a mí, creo que les pasa a la mayoría. Porque no hablo del rencor que una le pueda tener a una persona en particular, sino del rencor a uno mismo y a todo lo que le rodea. “Es que estás cabreada con el mundo, y así no se puede vivir”. Cuántas veces habré escuchado esa frase. Y tenían razón. Es verdad que mi opinión del ser humano no ha cambiado mucho y que sigo creyendo que somos mezquinos por naturaleza muy a pesar de Rousseau. O quizá es que creo en su ideario y me gusta más asumir que la que se equivoca soy yo. No lo sé.
Lo que si sé es que a lo largo del tiempo he aprendido a racionalizar mis impulsos, que no ha frenarlos. Y eso se traduce en un enorme amor por la humanidad. En una necesidad tremenda de dar afecto. “Tengo mucho amor que dar, pero no sé donde colocarlo”. Ya saben, he nacido artísticamente en París, cómo estaréis comprobando. De esa necesidad radica mi situación personal. He llegado a pensar que no encontraré nunca a esa persona con la que compartir mis días, a esa persona a la que entregar un amor incondicional y devoto, porque no entiendo otro amor que ese. Y he llegado a ese punto porque creo que hay tanta gente maravillosa, tanto por conocer, que es completamente una locura gastar todos nuestros propósitos en una determinada persona que se cruza en nuestros pensamientos.Creo que es un acto egoísta. Me estaré volviendo loca, pero he llegado a planteármelo en muchas ocasiones. Y no tiene nada que ver con mi experiencia, porque he llegado a enamorarme, y mucho y también he llegado a pensar que esa persona era exactamente la única que podía rellenar mis huecos, el amor de mi vida.
Pero es que…”el amor de mi vida, soy yo, cariño”. Soy esa típica persona de la que siempre se espera una sonrisa y un grito acto después, que cambia de estado de ánimo cómo de palabra, y que tiene pinta de ser un animal para convertirse luego en naturaleza muerta. Hablaba con mi madre la otra noche en el salón. Ella me decía cómo veía el mundo, y sí, hacía horas que la televisión estaba apagada.
No hacía más que corroborar aquella idea que se me había ocurrido del afecto, ella era en esencia pura, eso, afecto, cariño, cobijo, y no por el hecho de ser una madre, a la que por ese simple hecho se le atribuye protección, amor incondicional, apego. Sino porque es una de esas personas que irradian energía a todo el mundo. Es algo que siempre me ha resultado muy difícil de explicar. Con ella siempre se siente la necesidad de huir, pero sin embargo cuando no está cerca una nota la extraña sensación de que ansía su presencia, de que está en peligro. A ella, como a tantas otras personas en mi vida, les debo lo que soy, lo que me compone, lo que me realiza. La revolución nace del último aliento, del punto de donde creemos que no saldremos jamás, del lugar más oscuro de nuestra miseria, de allí donde hemos de partir para olvidar el ego y ser todo aquello que en realidad queremos ser.
Y entonces aquella madrugada del 10 de octubre, comprendí que las lágrimas no podrían hacer que alguien que había muerto volviera a vivir. Y También aprendí otra cosa sobre las lágrimas ... con ellas no puedes hacer que alguien que ya no te quiere vuelva a quererte

6 de octubre de 2010

HIELO.

En bloque en medio del Antártico... así eres tú.
Así es.

Eres el único ser que se empecina en hacer de lo más desagradable y poco distendida cada conversación trivial conmigo. Dos minutos, quería dos minutos de tu "yo" sensible, de tu cariñoso, pero no... subir en ascensor con el vecino más cabrón es más agradable, es menos sofocante y te juro que sigo sin entender porque. Te juro que me desagarra cada segundo, te lo juro. Y te lo juro porque llevas monopolizando mi cerebro los últimos setecientos cuarenta y cuatro días, y no puedo más. Ya no me quedan ni lágrimas, ni ilusiones, ni esperanzas... me queda aprender a vivir con ello, y ser feliz, como lo hacen el tuerto o el cojo, tendré que aprender a vivir con el corazón amputado. Ahora me pregunto si hay clínicas en las que te enseñen los gajes del oficio. Que habrá unos cuantos digo yo. Si en el fondo sé que me haces un favor... odiándome desde el principio digo, sabes bien que nunca superaría que pisaras mi corazón amputado y encima te pavonearas de ello. Sabes que simplemente dejaría de palpitar.
Casi que tendré que terminar dándote las gracias.


¿Y si te juro que no deseo nada más que odiarte lo conseguiré?

3 de octubre de 2010

caótica.

¿Cuál es el momento perfecto? ¿Quién lo decide? ¿O cómo sabes que es ese y no otro? Tengo la sensación de que hay algo en medio de todo esto. Algo que imposibilita que ocurra lo que yo deseo que ocurra. Algo que me aleja de lo que realmente quiero tener cerca. A veces me da por pensar que puedo ser yo el motivo mismo de esta lejanía. Otras caigo en la cuenta de que no podría haber hecho las cosas de otra manera, que no existe una forma mejor de actuar en mí y que, por tanto, no soy yo la culpable de este algo que ni siquiera controlo. Para empezar, me encantaría tener claro lo que quiero para poder ir a por ello. Qué digo. Creo que últimamente lo tengo claro, y quizá es esto y no otra cosa lo que me paraliza. Tener algo claro con lo que no estoy de acuerdo. Pensar de una manera en la que jamás habría deseado pensar. Querer un algo que yo -mi otra yo, la yo irreal- jamás querría. Ser yo, ser yo con todo mi ser conlleva un riesgo que no estoy segura de querer soportar. No estoy de acuerdo conmigo, ni me entiendo, ni mucho menos me comparto. Intento agarrar este sentimiento y echarlo fuera de mi cuerpo, pero no consigo atraparlo. Es como si se hubiese quedado enquistado, como si no existiese forma alguna de eliminar lo que está naciendo dentro de mí. Lo que está naciendo y no quiero. Abortaría una y mil veces esta sensación, la condenaría al olvido en el tercer cajón de una cómoda que ni siquiera me pertenece para no recordarla más que cuando el mero hecho de recordar lo aún no olvidado no produzca ni por un segundo un miligramo de dolor, de angustia o de miedo. Si tuviera que ordenar ahora mismo estas tres palabras desde la que más me aprieta, si tuviera que ordenarlas... Si tuviera que ordenarlas de seguro el miedo les ganaría a todas, seguido por la angustia que empapa hasta la última de mis acciones. El dolor siempre pasa a un segundo plano, o a un tercero, o se queda a mitad de la puerta produciendo una sensación de congoja acojonantemente incómoda. Se trata de resistir. Aguantar el chaparrón y después reiniciar el sistema para ver si ha sufrido algún cambio. Hay que comprender los grandes desastres climatológicosentimentales y asumir que estamos en una larga transición que no acabará hasta que no hayamos dejado atrás aquello que sigue atándonos. Quizá no es sencillamente darle una mano de pintura a esta vida mía gris y cambiar los muebles de sitio. Quizá es otro tipo de pequeños movimientos que hacen que de verdad nuestra perspectiva evolucione. Puede que no tenga ni idea de qué herramientas tengo que utilizar para poner en práctica mis discursos, y puede que esté muy alejada de la verdadera solución a los grandes problemas.Pero intento darle algo de energía a la maquinaria para que siga trabajando para dar respuestas que cualquier cerebro acepte por transigentes sin pararse a analizar las consecuencias de todo lo que dejamos de hacer. Se trata de insistir, no depender de las circunstancias, hacernos parte del todo, vivir dejando una huella que alguien vea antes de pisar.

Y puede que, en vez de lamentarme, sea preferible abrir los ojos a lo que vendrá, sin cerrarlos a lo que ya se ha ido.

9 de septiembre de 2010

vivir.

Quizá te extrañes y pongas esa cara de desencaje que tanto detesto si te digo que no me parece gran cosa una sonrisa. Que no creo que las FMF (felices muecas faciales) muevan el mundo, que creo que hay otras cosas mejores, que conozco lo que hay detrás de esas muequecitas y no me gusta nada. Que prefiero una buena carcajada a un estiramiento facial para posar en una fotografía o para decirle al mundo lo contenta que estoy con mi nuevo chachibache. Te diré además, y no espero que te sorprendas por esto, que no daría mi vida por nadie. Por absolutamente nadie. De seguro, es porque no tengo ningún humano pequeñito a mi cargo. Y esto me reconforta, para qué negarlo. No me gustan las responsabilidades, y no me gusta que la gente espere de ti que lo hagas todo bien simplemente porque un mal día no te equivocaste y metiste la pelotita justo en el sitio exacto. Y ahora vienen a tocarte a ti las... En fin, qué te voy a contar. Tampoco me gusta la gente con una suerte extrema. Madre mia, cómo les detesto. Esas personas que han nacido con un paragüas y nunca se manchan. Es como si el mundo pasara por encima de ellos, como si estuviesen en un piso más arriba y, por lo tanto, alcanzaran todas las oportunidades con tan sólo poner la mano. Los odio. Los detesto. Pero detesto más a los que creen que la gente con suerte no necesita más suerte, y que si algo bueno ha de pasar es mejor que le ocurra a los desgraciados, que a los que siempre lo tuvieron todo. Vale, ¿no deberíamos ser equánimes? Objetividad, señores. Que nadie tiene la culpa de comerse un donut todas las mañanas y llevar un sol pegado al trasero las veinticuatro horas del día. Los suertudos no tienen la culpa de que los desgraciados sean desgraciados, y viceversa. A veces se trata simplemente de saber mirar. No tanto de estar en el sitio exacto y a la hora exacta, como de saber mirar. Caminamos como borregos, cegados. Lo he visto con mis propios ojos. He visto a los humanos caminar como animales, sin miedo a que les pisen, con total seguridad de que ellos no serán atropellados, con manías estúpidas como ir esquivando a los gatitos negros y sin embargo siendo lo suficientemente valientes como para quitarse los tacones y caminar descalzas por la calle después de una buena juerga sin miedo a incarse un cristal o a pisar el pis de uno de esos lindos gatitos. No me parece justa la justicia. Ni la de la suerte, ni la de verdad. Ni me parece justo quejarme si no pienso hacer nada. Pero yo no siempre soy equánime. No siempre soy objetiva. No siembre soy justa. Una también tiene sus fobias, ¿saben? Y a nadie le gusta caminar por ahí y sentir que los cristales se clavan en la espalda y van rechinando unos con otros hasta llegar a esa linda curva que tan orgullosa me tiene como mujer; una prefiere tener una nube pegada en el ano para soplar y perderse de vez en cuando. Pero a estas alturas, ¿qué les voy a contar yo a ustedes que ya no sepan? Nada, salvo que las FMF... bueno, que tampoco están tan mal, ¿verdad?. Sin suerte, sin objecion, sin fobia. La vida es aprender. Es Aprender a dejar que las cosas te duelan un poco, no alejarte cuando la piel comience a sangrar. Es necesario aguantar, aunque sientas que el cuerpo se corrompe en mil pedazos, que los órganos se vuelven pequeños y que los pulmones se achican tantísimo que eres incapaz de sostener la respiración. Aguanta.
Aprender a dejar que las cosas pasen, que cada momento tenga su momento y que cada persona sea esa persona y no otra. No te obsesiones con ser de una manera cuando resultas ser todo lo contrario, no quieras acoger un estilo de vida que no te pertenece, no robes sonrisas para incrustártela en la cara los días menos grises. No tengas prisa por llegar antes que el contrario, intenta llegar mejor, intenta no abandonarte a mitad del camino y piensa que puedes perder y puedes ganar, a partes iguales, y que tan sólo de ti depende cómo acaba el juego. Espera. Sé paciente. Aprende a expresarte. No coloques un muro entre tu mente y la boca, abre la puerta rápido pero con cuidado y di siempre lo que pienses en todo momento, ya sea malo o bueno, de la mejor manera que sepas. Siempre habrá tiempo para rectificar, pero no siempre tendrás tiempo de equivocarte. Equivócate una y mil veces, las que sean necesarias para encontrarte. Reencuéntrate contigo y deja un sitio al lado para que los demás puedan descubrirte. Deja que te descubran. Aprende a querer. No a querer a una persona en concreto, ni a dos, ni a tres. Aprende a quererte a ti, a tí con todo. E intenta cambiar las cosas que no te agradan para poder quererte un poco más. Acércate a ti. Aprende a estar lo más cerca posible de ti mismo, porque sólo así conseguirás que los demás quieran aproximarse a tu cuerpo, a tu persona. Quiere la vida, quiere las cosas pequeñas, y las cosas grandes también. Quiérelo todo, aún cuando sientas que no tienes nada, quiere esa nada. Ama. Aprende a vivir en dosis pequeñas pero con frecuencia, de manera casi ininterrumpida. La vida conocida sólo es una, y hoy ya te queda un día menos para hacer todo lo que quieres hacer, para ser todo lo que quieres ser. Vive hoy y ahora. Y vive tú. No dejes que viva por ti el de al lado, porque si una cosa sé es que nadie jamás vivirá mejor por ti que tú mismo. Vivir es lo mejor que debes saber hacer. Es tu único trabajo, en lo único en lo que tienes que alcanzar la nota máxima porque no habrá segundas oportunidades. Vive. Vive como si fuera el último verbo factible en el mundo. Vive como si la vida acabara hoy y ahora. Vive

20 de julio de 2010

No sé cómo sucede. Pero sucede. Sucede que un día conoces a alguien y te quedas colgada, enganchada, prendada. Llámalo como quieras. Desconozco por completo el motivo por el que yo me quedé colgada por un tipo. Allá por el siglo XXI. Es casi una eternidad. Ahora visualizo el momento en el que nos conocimos y lo recuerdo como si fuera ayer, con detalle y mucha -muchísima- emoción. Pero hay como una demora enorme en el recuerdo, parece que sucedió en otra vida pasada, hace un montón de años y un par más. Y no es verdad. Claro que no. Llevo bastante tiempo preguntándome cómo me pudo pasar, cómo me pudo pasar a mí. Quiero decir, que es como si ya estuviese predispuesta a sentir lo que sentí. Como si en un pasado me hubieran preparado para conocer a este tipo, para quedarme enganchada, para buscar las causas por las que me quedé enganchada e intentar desengancharme. Como si mi cerebro y mi corazón se hubiesen puesto de acuerdo para desechar a todos los tipos hasta ese momento, hasta el momento en el que este tipo, EL TIPO, aparece en escena y me engancha a su vida y a su todo completamente, casi sin ser consciente. No sé. A lo mejor es una comparación absurda, pero a mí se me asemeja a cuando estás en la cama con alguien, y todo lo demás no importa, es como si, además del preservativo que se supone que debe de haber en ya saben donde, hubiese otro gigante rodeando los dos cuerpos humanos, y aislara ese momento del momento real, del mundo. Y cuando acaban el preservativo normal se tira y el grande se rompe, explota, y todo el semen que en este caso es como magia se desborda por la habitación, toma un lugar en las esquinas y debajo de los muebles y, simplemente, desaparece. Y entonces toca afrontar. Volver al momento real, al mundo real, sin preservativo. Y te sientes como se debe sentir el trozo de hilo que queda después de coser algo enganchado a la aguja, y que es cruelmente abandonado en la cestita de costura hasta que alguien reclama la aguja y aparta el hilo. Todo, absolutamente todo, lo que hago o lo que digo tiene que ver contigo. Me cuesta horrores no relacionarte con mi vida diaria. Me encantaría poder sacarte afuera de mi mundo un rato, descansar en solitario, dormir sin tener que contar animales para sacarte de mi cabeza. Dormir del tirón, como antes. Vivir de carrerilla, pero sin tus prisas. Imagino cómo sería tenerte al lado al despertar y sonrio sólo de pensarlo, pero entonces algo me aprieta fuerte en el estómago y me recuerda que eso no va a pasar. Que nunca volverá a pasar. Cosas cotidianas como acercarme al lavabo muy de mañana y cepillarme los dientes con una pasta que no debería recordarme a ti pero que, aún sin saber por qué, hace que quiera lavarme los dientes contigo cada dia de mi vida. Desayunar tostadas e imaginar cómo sería llevártelas a la cama, yo los martes y tú los miércoles, y los jueves, y los viernes, y el resto de los días de nuestra vida conjunta que nunca será conjunta. Y salir a la calle con dos bolsas de basura, y tirarlas en el contenedor, y pensar que si vivieras al lado esperaría cinco minutos para cruzarme contigo. Querer repartir el peso de mi vida y de tu vida, meter las dos vidas en un bote y agitarlo rápido, y luego partir, partir la vida que sale a partes iguales. Un trozo para ti, y otro para mi, que tú tengas de mí, que yo tenga de ti. Y removerme contigo, como se remueve la crema para un pastel, y tocarte una vez más, y dos, y tres, y que nos desgastemos al hacernos el amor, y que tú leas el periódico en la cocina mientras oyes cómo tarareo Mon Amour en el balcón, y que te duches antes que yo, o justo después, o juntos los dos. Y vivir contigo, y vivir de ti, y vivir para ti.

14 de julio de 2010

El alma en carne viva

Se araña el alma. Como cuando con tus bonitas uñas largas arañas la pared del ascensor y el viento comienza a chirriar. Como cuando frotas un tenedor o un cuchillo con un plato hondo y el sonido que produce hace vibrar hasta el último de tus dientes. Como cuando estás contando algo y de repente te muerdes la lengua y tienes que estar unos minutos con un dolor acojonante y la otra persona desternillándose de risa. Como cuando peleas hasta la muerte y te mueres. Algo así. Algo así es lo que pasa con el alma cuando nos hacen daño. Y claro, como está tan adentro, como el cuerpo físico no nos permite verla, no podemos colocarle tiritas. Y la llevamos a la calle en carne viva. Porque una no puede dejar el alma en casa y salir sin piel. No puede. Eso es una utopía. La gente sale con el corazón tiritando y el alma desnuda, en carne viva, sangrando y envolviendo de dolor cada extremo del cuerpo. Y luego en casa, al llegar, la gente se pone paños calientes en el pecho y bebe mucha agua, para purificarse, para limpiarse por dentro. Una tonteria. Como si el simple hecho de que introduzcas algo sano en tu cuerpo fuera a eliminar lo insano, lo destrozado, lo que ya no queremos. Además. Todo el mundo quiere tener alma. Aunque esté destrozada. Nadie se atreve a arrancársela. Porque entonces no vives. Porque entonces no sientes. Porque entonces no entiendes. Porque entonces no dueles. Y a nosotros, masoquistas del siglo XXI, nos encanta la sensación de pasear por la calle con el alma partida en dos. Los humanos, ahí donde nos ven, estamos completamente enamorados del dolor.

31 de mayo de 2010

No se paren.

Es gracioso. Resulta gracioso todo lo que antes parecía importante. Todo lo que ahora ya no es importante. Todo lo que ya no importa. No sé... Me acuerdo de tantísimas cosas. De tantas veces que señalé con el dedo a los otros intentando que no se diesen cuenta de que realmente era yo, y no otra, la culpable de lo que había pasado. Me acuerdo de una vez, cuando pequeña, que le pegué una bofetada a una amiga porque tenía que irse a casa y yo quería que siguiera jugando conmigo. Qué fuerte, ¿no? Si hubiese seguido con ese método, ahora habría más de uno por ahí con la mandíbula reventada. Pero con el tiempo aprendes a deshacerte del derecho que alguna vez creíste tener sobre los demás. Con el tiempo aprendes a que el hecho de que alguien entre en tu vida un día no implica que vaya a quedarse para siempre. Y si decide irse, debes darle una palmadita en la espalda y desearle que todo le vaya bien porque, al fin y al cabo, nosotros también nos vamos alguna que otra vez. Es gracioso como ahora miro atrás y me rio de todas aquellas veces en las que pensé que el mundo se me venía encima, y lloré. Ahora me rio de todas esas veces en las que me sentí pequeñita, insignificante, incapaz de continuar hacia delante. Y estoy aquí. Sigo aquí pretendiendo seguir aquí. Es eso lo más importante, ¿no? Seguir aquí y querer seguir estando aquí. Ahora encuentro soluciones para casi todo. Y sé que cuando la vida se me complique, me marcharé. Cuando no aguante aquí, me iré a Laponia o a Islandia. No pretendo pasarme toda la vida huyendo de mi vida, pero tampoco voy a meter mi dedo en la herida, ¿entienden? Hay cosas que no pueden solucionarse. Hay cosas imposibles. El tiempo sólo sana algunos trocitos, algunos fragmentos de vida. Pero para todo lo demás, hay que ponerse una tirita, meterse una muda en la maleta y continuar hacia delante. Sí es cierto que cuando una crece se da cuenta de que todos aquellos huesos que sintió quebrados en algún momento van segregando como una sustancia que los envuelve y los ajusta a nuestra nueva persona -a nuestro nuevo "yo". Y se hace prácticamente sólo. Pero también es cierto que hay un pequeño porcentaje de huesos rotos que el tiempo no envuelve. Y es muy incómodo ir por ahí con los huesos rotos. Yo creo que lo que el tiempo no cura difícilmente podemos curarlo nosotros mismos. Quiero decir que el betadine es sólo para las rodillas y que a veces el simple hecho de que las heridas piquen no implica que se estén curando. No existe la magia más que encima de un teatro. No hay magia en un botiquín de casa. Vamos a morir sangrando. Y mientras más sangremos, más habremos vivido. No podemos pasar los años intentando curar lo incurable, si se nos rompe una pierna usamos la otra, y si nos quedamos sin piernas nos tiramos de cabeza. Pero hay que vivir la vida con lo que queda, no creo que sea útil volver al pasado constantemente para recuperar lo perdido. Lo perdido, perdido está. Y no hay más. Debemos seguir hacia delante y si por el camino perdemos algún sentido, alzamos la manita y decimos Good Bye; pero por favor, no se paren. No se paren.

25 de mayo de 2010

mi visión del mundo en 692 palabras

Un hombre disparó a otro en la puerta del sol y le dejó ciego. Ni siquiera se conocían. Fue él, como pudo haber sido cualquier otro. Tú, o yo. O los dos. Ahora está en el hospital, lo he visto en las noticias. Esta semana me llevaron de excursión a la cárcel, y vi que aún hay personas que tratan a otras personas como animales. Abajo de casa hay un señor sin pierna que pide en la iglesia, casi nadie le da dinero. Yo tampoco. No sé si quiere beber o si quiere comer. Si lo que pone en el cartón marrón es de verdad, ni de dónde sacó la gorra que aparca en el suelo para reclamar un par de monedas. Ya no sé qué es ético ni qué no lo es. El mundo cada día me parece más de basura. Más de mentira. Más cruel. Yo quería creer que la gente mala no existía, que las enfermedades eran pasajeras, que la muerte llegaba tarde y bien. Yo pensaba que era posible meter los imposibles dentro de un cajón y luchar por lo utópico hasta convertirlo en realidad, que si quieres puedes, que si luchas lo consigues. Ahora me doy cuenta de que las cosas no son tan de rosa como antes parecían, que lo transparente pronto se torna a blanco, lo blanco a gris y lo gris a negro. Y negro permanece hasta que alguien se atreve a arrancarle el velo. Cuando la gente me pregunta que por qué ya no creo en nada, que por qué he dejado de creer en un Dios que va a salvarme, yo les contesto que sólo podría creer si hubiese nacido ciega y no hubiese visto todo lo que he visto, si hubiese nacido sorda y no hubiese oído todo lo que he oído. Prácticamente, si no hubiese nacido. Pero he nacido, he visto, he oído y he sentido. Y la vida me ha vuelto una incrédula, día tras día he perdido más la fe en las cosas buenas de la vida y me he dejado llevar por una realidad muy peligrosa, una realidad que a algunos aprieta en las muñecas y no le suelta. Y a veces creo que diciesiete años son muy pocos para perder la fe en tantísimas cosas, que debería seguir creyendo en algo al menos hasta cumplir los cuarenta, para luego poder inculcárselo a mis hijos, si es que tengo. Aunque a estas alturas, ¿quién dijo que no se puede inculcar una mentira? La gente te obliga a creer cosas que ni siquiera ellos creen, te mienten, te mienten simplemente para intentar meterse ellos también en la historia, porque creen que si repiten muchas veces lo mismo al final podrán unirse a la cadena y ser salvados, y salir victoriosos de este infierno que sólo es infierno porque es lo único que tenemos. Pero no quiero que se queden con mal gusto. He encontrado cosas preciosas, que permanecerán eternamente hasta que el mundo físico explote. Son realmente preciosas. No tienen nada que ver con lo antes descrito. Se trata de la sonrisa de los niños pequeños, de las caras que ponen al contarte un chiste que ni siquiera entienden, de cómo se ríen cuando todos se ríen aún sin saber el por qué. Se trata de la ingenuidad de los que aún no conocen la maldad, de los que no saben nada porque son pequeños y acaban de aparecer y sin embargo en un minuto son capaces de enseñarte más de los que otros mayores te enseñarán en una vida, en una vida entera. Se trata del rostro de un gato cuando tiene frío, lo tomas en brazo y le das calor humano. Se trata del instante en el que alguien que lleva estudiando prácticamente toda una vida consigue aprobar una oposición, de la mujer que abrió una nueva panadería y vende por primera vez el primer bollo de pan. Se trata de instantes pequeños, de seres normales, como nosotros, que de vez en cuando se olvidan de todo lo malo que agarraron y convierten el negro en gris, el gris en blanco y el blanco en transparente.

29 de abril de 2010

¿Qué es para mi SOBREDOSIS?

Amor. Catulo dedicó toda su obra a Lesbia. Antinoo se arrojó a un estanque cuando pensó que ya no era suficientemente bello para Adriano. Marco Antonio perdió un imperio por Cleopatra. Lancelot traicionó a su mentor y mejor amigo por el amor de la reina Ginebra, y enfermo de amor y remordimiento emprendió el peregrinaje en busca del Santo Grial. Robin Hood raptó a lady Marian. Beatriz rescató a Dante del Purgatorio. Petrarca dedicó toda su obra a Laura. Abelardo y Eloísa se escribieron durante toda la vida. Diego Marcilla, en Teruel, cayó muerto a los pies de Isabel de Segura al enterarse de que ésta había desposado al pretendiente designado por su padre. Julieta bebió una copa de veneno cuando vio muerto a Romeo. Melibea se arrojó por la ventana a la muerte de Calixto. Ofelia se tiró al río porque pensó que Hamlet no la amaba. Polifemo cantó a Galatea hasta el final de sus días mientras vagaba lloroso entre prados y ríos. Botticelli enloqueció por Simonetta Vespucci después de inmortalizar su belleza en la mayor parte de sus cuadros.Juana de Castilla veló a Felipe el Hermoso durante meses, día y noche y sin dejar de llorar, y acto seguido se retiró a un convento. Don Quijote dedicó todas sus gestas a Dulcinea. Doña Inés se suicidó por don Juan y regresó más tarde desde el paraíso para interceder por su alma. Garcilaso escribió decenas de poemas para Isabel de Freire, aunque nunca la tocó. San Francisco de Borja abandonó la corte a la muerte de la emperatriz Isabel. No volvió a tocar a una mujer. Isabel de Inglaterra rechazó a príncipes y reyes por el amor de sir Francis Drake. Sandokán luchó por Marianna, la Perla de Labuán. Werther se pegó un tiro en la sien cuando le anunciaron la boda de Carlota. Hólderlin se retiró a una torre a la muerte de Diotima, a la que no había tocado jamás, y nunca salió de allí. Rimbaud, que había escrito obras maestras a los dieciséis años, no escribió una sola línea desde el momento en que acabó su relación con VerIaine, se hizo tratante de esclavos y se suicidó literariamente. VerIaine intentó asesinar a Rimbaud, acto seguido se convirtió al catolicismo y escribió las Confesiones; nunca volvió a ser el mismo. Julián Sorel aguantó dos meses sin mirar a los ojos a Matilde de la Mole para recuperar su cariño. Ana Karenina abandonó a su hijo por el amor del teniente Vronski, y se dejó arrollar por un tren cuando creyó que había perdido aquel amor. Camille Claudel enloqueció por Rodin, que nunca movió un dedo por ella. Sobredosis es aprender que lo pequeño es lo grande cada día. Sobredosis es preferir morir vicioso y sucio, a vivir limpio y aburrido. Sobredosis es encontrar una estrella sobre el fango , a cuatro diamantes sobre el cristal. Sobredosis es preferir que te duela a que te traspase. Sobredosis es besar el suelo 20 veces para llegar a lo más alto, antes que ir escalando poco a poco. Sobredosis es preferir una cadena a un bozal. Sobredosis es preferir el frio cuero al suave terciopelo. Sobredosis es probarlo todo aunqe sepa mal, pero sin morir sin saber lo que te gusta. Sobredosis es estar encerrado en la nostalgia. Sobredosis es permanecer en una cárcel de palabras toda tu vida. Sobredosis es cuándo gritas, cuando callas. Sobredosis es cuando huyes, cuando escapas. Cuándo dejas de leer, de ir al cine, de ir a conciertos, los escalones, la ciudad abajo, las estrellas al alcance de las uñas: historia de chico-conoce-chica, planteamiento cómodo, idea superrentable..Cuándo la resignación grita mientras lloran las paredes, y apostamos todo a un número como si la suerte hubiera sido siempre nuestra. Es plantar semillas y recoger balas. Pasear mientras escuchas las olas quebrarse. Intentar que el último ensayo sea más largo para estar preparados para la tormenta. Hablar de princesas y de verdugos. Por eso, merece la pena seguir viviendo, porque nunca sabrás quien aparecerá y te salvará en una soledad que aploma más que aporta.

11 de abril de 2010

Soy azul eléctrico aunque a veces me gustaría ser gris. Me gusta el extraño comportamiento de las luciérnagas en mi pequeña ciudad, que me iluminan desde donde esté hasta mi propia casa, y que en esta digna soledad son el único dios al que respeto. Me encanta hablar en bares, durante horas cigarro en mano, viendo como se acaba tu cerveza. Encontrarme a amigos que hace mucho tiempo que no veía y a los que no es necesario tenerlos en las últimas llamadas, porque basta su sonrisa en los días impares. Adoro la valentía del beso robado, del orgasmo robado. Enamorarme del sexo de unos labios, o de sus versos, desenamorarme con la misma rapidez. Me impacienta la espera, las prioridades y los planes, soy toda improvisación, impetuosidad, intuición, impulso. Tengo tantas ganas como miedo y eso sólo se explica si no me conoces. Soy agua, perla, jazmín, sándalo, sensibilidad, ilógica. Prefiero compartir cinefilia con un amante, un sofá , un paquete de cigarrillos y alcohol para surcar heridas. Soy el peón de un ajedrez olvidado en el último cajón de tu imaginación, el que alcanza la cumbre ignorando( que no ganando) al rey del baile, porque duele más y es más productivo que una simple victoria. La indiferencia es un arma muy potente, resulta que importa más que el odio porque deja una mella que no puede curar el amor, un desprecio que te hiela hasta atravesar experiencias maltrechas, que te deja el deseo de morder, de dejar la huella que el otro no recuerda de ti. Y a parte de tantos incisos, sé volar, me gusta recuperarme de largos ejercicios que me produjeron sueño y agujetas, y aprender de nuevo a planear por cielos contaminados por la frivolidad de esta sociedad enferma. De la que me cuesta seguir retroalimentándome en droga y sexo sin compromisos a las puertas del tugurio de turno. Por eso escribo, por eso me queda conciencia para no perder el sano juicio en esta locura de monotonía que adopté desde que me quité la vida.

15 de marzo de 2010

El que no pueda encontrar la paz que luche...

No he sabido nunca cuánto daba la suma de dos personas, si el resultado sería positivo, negativo o neutro. Nunca fue neutro. No conozco la estabilidad, mucho menos la neutralidad. Sólo se vivir al límite cada instante. Cada comienzo, cada ruptura, cada final. Me he enamorado dos veces. Y las dos he resucitado. Sí, con ojeras y más cansada de lo normal. No sé tomarme las cosas con calma, ni mucho menos sé de controlar las situaciones. Todo se me escapa de las manos, mi vida también. Pero me he acostumbrado al riesgo. A arriesgarlo todo, incluso ha habido épocas en las que arriesgaba mi vida. Y todo esto por mucho que digan los expertos no parte de un hecho específico, de un trauma, ni tampoco se puede relacionar con mi infancia, mi adolescencia o el trascurso de los años. Esto es algo que yo he decidido conscientemente. Quizás no era tan consciente, pero sí estaba en mi plena lucidez. En esa lucidez que duele. Supongo que no querer llevar la vida que los demás llevan, no querer ser como los demás, traía dudas, confusión y caos, sobretodo este caos. Tendrá que ver que mi casa también lo es. Aunque lo agradezco. Agradezco tener una habitación llena de libros de los grandes, y mirar cuando el mundo se me pone cuesta arriba y encontrar a Herman Hesse, a Baudelaire, a Byron, a Nietzsche y otros tantos, y no a la saga Harry Potter, a la de Crepúsculo o a cualquier otro best seller inútil (a mi gusto claro). Agradezco los más de cien vinilos y la literatura y el arte redactados con mala letra por alguien que no tuvo las mismas oportunidades que yo. Supongo que este caos es el que me distingue, el que me hace ser real aunque quiera creer que no lo soy. Necesito desintoxicarme. Por eso escribo, para saber que sigo viva. Las letras me causan el éxtasis. El sexo ya no me llena, el amor no llega. Anclada a relaciones pasadas vivo el presente con desgana. No materializo la poesía, intento describirla pero pierdo el norte, y la vorágine que me atrapa no sabe de describir coordenadas. Redacto cosas sin sentido, fumo más de lo que respiro e intento mediar conmigo misma para no estallar y que llegue algún pedacito de mí a un jardín donde se marchitan las oportunidades. Ya no espero que me salvéis, ni que me enamoréis, soy la metáfora mal diseñada, no intentéis encontrar a nadie que le de tantas vueltas a las cosas, porque no existe. Incrédulos. Iba a tal velocidad porque nunca tuve miedo. Nunca conocí ese sentimiento de cobardía, nunca quise pisar el freno, seguir en ese carril y dejar pasar todas las salidas por muy tentadoras que fuesen. Nunca medí las consecuencias, ni me planteé donde estarían las salidas de emergencia si empezábamos a arder. Y para lo que la mayoría sentenciaría que fue un error para mí fue una maravilla. Supongo que es lo que me diferencia del resto y lo que me atraía a los hombres, que era una criatura salvaje. Que sólo dejaba la coraza cuando me habían conocido hasta el alma, que no entendía de debajos del ombligo antes de que me desvirgaran los defectos. Que operaba a corazón abierto, halcón de ala rota, sin anestesia, sin nada que pudiese pararme.

21 de febrero de 2010

Tengo un caparazón de cristal, de cristal traslúcido.Y ultimamente ese cristal se resquebraja con la mínima vibración, con el mínimo sentimiento que vibra dentro de mi ser.Mi imagen dura y autosuficiente no es tal, es simplemente una marioneta que zarandear en todo aquel momento en el que mi verdadero yo no quiere salir a escena, porque tiene miedo, porque no está seguro de interpretar bien el papel que en esta vida le ha tocado representar...Y a veces esa marioneta se muestra hostil, implacable, hiriendo la sensibilidad del público que contempla la obra... Y yo, que observo entre bambalinas, me derrumbo, me hecho a llorar, me siento infinitamente vacía y desencajada...por todo aquel desbarajuste que mi marioneta a ocasionado. Y reniego de ello, pero no puedo. No es algo que me haga feliz, si no todo lo contrario. Ya estoy harta de tener que ir arreglando los desperfectos que voy ocasionando a mi paso, al no tener las suficientes agallas para ser yo misma, para mostrarme limpia, animosa y terriblemente sensible.
En el pasado hubo malas experiencias y por eso decidí cambiar y mostrarme implacable, fría y egoísta, en lo que cabe...pero no hay un punto intermedio. No lo hago bien, porque no soy así, porque tengo muchos miedos y porque presiento que no disfruto de la vida y me da pánico.
Me da pánico herir los sentimientos de terceros y , de un tiempo a esta parte, ésto es lo único que consigo. Solo hago daño y yo me hago más daño todavía a mí misma.
Y mi pregunta es la siguiente ¿cuando voy a ser capaz de controlar ese caparazón de cristal?, ¿cuando voy a dejar de interpretar un papel que no quiero interpretar?.
Miedos tenemos todos, no se porque me muestro tan reticente a la hora de mostrar los míos,... no me ayuda en nada, en absoluto.
Es hora de que me deje llevar, es hora de que me deje querer, es hora de no pensar ya tanto en el futuro y en los sueños y vivir un poquito más el presente que se me está escurriendo entre los dedos.
Quiero decir adiós a esa puñetera marioneta que un día invente sin querer y que me está causando incendios en mis entrañas.
Yo no soy así y no entiendo porqué no soy capaz de entenderme tal y como me muestro, de quererme sin superficialidades. No lo entiendo. Me canso. Me agobio. Me duele.

La pregunta es: ¿Hasta que punto merece la pena?

A veces, solo a veces, me gustaría ser un poquito menos curiosa y más tranquila, porque sólo de esa forma no descubriría cosas que no quiero saber, ni conocer, ni sentir...O podríamos decir incluso que podría ser igual de feliz sin conocerlas... Pero como no puedo evitarlo al final ocurre lo de siempre, la caja de pandora se abre y mis sueños se cierran. Y ahora siento angustia.
Igual que me dijeron hace poco, Bren es esdrújula,...sí y también gilipollas.
Una GRAN GILIPOLLAS
Yo, sinceramente, soy partidaria de que cada persona persiga su sueño, le cueste lo que le cueste y le pese a quien le pese. Soy partidaria de que cada uno se dedique a aquello que le realice como persona. Da lo mismo que uno sea médico, electricista, cajero de supermercado, abogado o filósofo. Da lo mismo el dinero que tengas en una cuenta, las vacaciones que hayas tenido o la ropa que lleves. Todo eso es una gran basura, un desperdicio enorme, si opinas que por ello eres distinto al resto. Al final las personas se miden por lo que son, por lo que piensan y por los grandes momentos que te hacen pasar junto a ellas. Eso es lo importante, lo especial.
Claro que está bien tener una vida acomodada y poder disfrutar del placer de tener todo aquello que anhelas, es genial, claro que lo es. Pero lo cierto es que a todo el mundo no le cuesta conseguirlo de la misma forma, cada uno tiene unas posibilidades distintas y se tiene que acomodar a sus circunstancias, y de esta forma perseguir su ilusión de una forma viable. Debemos ser realistas y consecuentes. Para mí prima la importancia del esfuerzo, del dolor por todo aquello que has tenido que dejar apartado para afrontar tu propia vida, para obtener lo que buscas, lo que pretendes conseguir y alcanzar. Eso sí que es interesante, eso sí que da a las personas su toque de gracia. Ser independiente y confiar en el resto en la justa medida que ellos confiarían en tí. Y no más, porque ya está siendo demasiado. Que nadie te reproche jamás, pero tú tampoco debes hacerlo con el resto. Vivimos en una sociedad repleta de éxito, de luces, de poder. Todos pretendemos lo mismo, el reconocimiento, la gracia, el punto álgido... Y creo que ya va siendo hora de dejarnos arrastrar fuera de los límites de dicho poder porque nos convierte en desalmados fríos y simples.
Quizás muchos de vosotros opinéis que todo esto sobre lo que estoy hablando suena demasiado ideal y bucólico. que no es viable o que aparenta estar bien pero en la propia realidad es algo completamente distinto. Quizás penséis que yo pretendo transgredir y ser una persona “guay” con inquietudes y esas cosas, que me creo distinta, que creo todo esto porque así resulto más conmovedora y excitante. Me da lo mismo, sinceramente. Y me da una rabia tremenda andar soportando comentarios absurdos de personas incongruentes. Raros somos todos, eso nos queda claro. Y generalmente me callo porque no me gusta andar discutiéndolo todo, pero hay ciertos momentos en los que ya no puedo callarme más. Y exploto.
A mi me gusta llamar las cosas por su nombre y en mi humilde opinión, considero que guiarnos por lo que opinen terceros antes que por nuestro propio criterio es una GRAN MIERDA. Y pensar que alguien es más importante que tú solo por sus bienes materiales o sus deshechos es una mierda MAS GRANDE todavía, si cabe.
Que asco.
bien, queridos demonios, después de pasar debajo de una escalera, de romper el espejo, de dormir con calcetines, de abrir el paraguas dentro de casa, de perseguir gatos negros, de derramar la sal por todas partes, de pisar la línea de las baldosas, de encender tres cigarrillos seguidos con la misma cerilla, de poner los zapatos encima de la mesa y de dejar las tijeras abiertas dentro del cajón, he visto que las cosas no van tan mal.

No podéis conmigo, no. Conmigo no. Ya lo habéis visto.

SOY INVENCIBLE.

1 de febrero de 2010

Utopías..


Dan ganas de romper, dan ganas de romper con todo...
Salir como Thelma&Louise una mañana en un viejo Thunderbird descapotable del 66, conducir hasta la costa oeste, huir de todo y de todos, pintarnos los labios de rojo mientras suena be my little baby de las ronettes, parar en bares de carretera y desayunarnos, luces de neón, sombreros de cow boy, convertirnos en forajidas, bailar bajo la lluvia, saltar sobre charcos de estrellas, dormir en un motel de carretera, atracar una gasolinera, estar jodidamente borrachas (de alcohol y de vida), que cuando aparentemente todo se derrumbe encontremos una salida, un desvio a la izquierda, atravesar desiertos, encontrar la magia, hacer lo que te plazca y como te plazca, no llevar reloj, prostituir tú corazón, levantarte con resaca y que la boca aún te sepa a gineba, de conversaciones trancedentes, de perderse por los bares, fabricar una coraza de polvos salvajes con olor imprimado en mi piel de cada casa, de cada cuerpo. Mujer gato. Hacer mella del paso del tiempo, con 800 recuerdos haciendo mella en mis ojos.. y hablar de miles de proyectos, aún teniendo la mirada más triste, pero sin perder nunca mis sueños. Para saber de amor, para aprenderlo, y haber bebido, y haber llenado ceniceros, y tener cicatrices de otros cuerpos.. Perder más en cualquier habitación, que todo lo que perderé en mi vida. Largas noches, revolcones. Cervezas vacías. Amaneceres compartidos, & madrugadas solitarias. Veces qedandome sin palabras, nudos en la garganta. Amores que de costumbre haría fugaces. Entonces, me acuerdo de aquellas palabras, "Las cosas deben estar todas en el lugar que les corresponde, incluidas las personas". Quizá, por mucho que empezáramos a pensar lo contrario, estuviéramos en el lugar equivocado, o inestable, o sencillamente ajeno. Quizá en algún momento nos viéramos obligados a recuperar nuestros hábitos y costumbres, aquellos de los que creíamos haber escapado. Pero yo estoy segura, que seguíria confiando en que era posible buscar otros nuevos, inventarnos otra vida & hundirnos tanto en ella que la anterior sólo nos asaltara en momentos de debilidad, aguijonazos progresivamente menos lacerantes, recaidas cada vez más suaves y espaciadas.
Imagínatelo, en una de esas noches memorables, de rara comunión, con la botella medio vacía, los ceniceros sucios, y después de agotado el tema de la vida. Enseñar un corazón, un corazón infiel, desnudo de cintura para abajo.Porque no es la impaciencia del buscador de orgasmo quien me tira del cuerpo a otros cuerpos. Yo persigo también el dulce amor. El tierno amor para dormir al lado y que alegre mi cama al despertarse. Para saber de amor, para aprenderle, haber estado solo es necesario.Y es necesario en cuatrocientas noches-con cuatrocientos cuerpos diferentes-haber hecho el amor. Que sus misterios, como dijo el poeta, son del alma, pero un cuerpo es el libro en que se leen. ¿Cuantas veces escucharás que el amor es una mierda?, dime ¿cuantas veces saldrá de tu boca? Lo que es una mierda son los efectos, las consecuencias de quererse mal, pero el amor en sí es lo mas maravilloso que puede pasarte en esta vida. Aceptar y asumir que con las personas querer no es poder, aceptar que los polos opuestos no se atraen, que más bien los iguales atraen a los iguales y a veces ni aún así. Aceptar que por querer no te van a querer a ti, que cada persona tiene su mundo y sus interacciones. Las armonías y desarmonías fluyen y lo que haces es acercarte o alejarte del eje. Aceptar que despertarte con un cuerpo al lado no significa eternidad, el amor no es un contrato, y las promesas efímeras. Las noches inconscientes. El tiempo a la contra. Saber que encaja perfectamente en tu nuca pero que no debes acostumbrarte. ¿Y como no se acostumbra una a eso? Aún así prefiero el dolor de los labios correctos cuando te faltan a ni siquiera haberlos encontrado. Aceptar que puedes estrellarte y que las cicatrices tardarán en curar y aprender que cada experiencia buena o mala te enriquecerá. Aceptar que no siempre un clavo saca otro clavo, aunque siempre habrá excepciones. Aceptar que todo fue " tan solo un casi" es mejor que no haberlo intentado nunca, ¿no crees?. Aceptar que amar era eso, que unas veces se gana y otras se pierde, pero lo importante es poder sentirlo. Yo voy de culo, cuesta abajo y sin frenos. Pero no cambio por nada del mundo esto. No lo cambio. Y que pase lo que tenga que pasar. Y como diría Quique " ya vendran noches más frías, ya vendrán y me tendré que acostumbrar" . Mientras tanto prefiero no pensar en ello. Ya vendrán...
Para todos los que dijeron que no sería posible el amor después del amor. Porque cómo dijo Charles Bukowski: "El amor es una forma de prejuicio. Amamos lo que necesitamos, amamos lo que nos hace sentirnos bien,amamos lo que nos es conveniente. ¿Cómo puedes decir que amas a una persona cuando hay diez mil personas en el mundo a las que amarías más si llegases a conocerlas? Pero nunca las conoceremos. Pero hay que tener en cuenta, de todos modos, que el amor sólo es consecuencia de un encuentro al azar. La mayoría de la gente le da demasiada importancia "

31 de enero de 2010

M de Magia.

Nunca he creído en el destino, pero sin embargo he creído pocas veces en la casualidad. Me paro un minuto a pensar y caigo en la tentación de crear en mi cabeza todas esas cosas que, si no hubiesen pasado, no habrían provocado que yo estuviese escribiéndote. Extraño, ¿no crees? Toda una cadena de sucesos que provocaron nuestra extraña "coincidencia" en el mismo lugar, aquella extraña noche donde todo era muy diferente. Si tu curiosidad hubiese sido menor, si yo hubiese perdido el tren, si ella hubiese estado mejor, si yo me hubiese resignado a un par de órdenes, si el tiempo nos hubiese dado la espalda, si te hubieses ido antes, y yo hubiese llegado después...Pero, qué más da. No hay que buscarle una explicación racional a la magia, ni a lo fantástico, y mucho menos al amor.
Magia es esperar a que vuelvas, reír sin oírte, sentir que respiramos el mismo aire, dedicarte una canción que aún no se ha escrito, soñar despierta que estás soñando conmigo, volverme loca si no te encuentro en cada rincón. Magia es ver cómo te alejas, pero vuelves al momento, sentir cómo me miras desde lejos, pero te siento tan cerca.
Magia no es más que tú, cuando mueves tan rápido las manos que no percibo cómo rozas la superficie de mi estúpido corazón.
Magia es verte sonreír, recordarte, olvidarte, tener por seguro que algo es para siempre, dudar de si el infinito existe...

Pero, al final, magia...

8 de enero de 2010

It is clear?

No entiendo de grandes preocupaciones, atascos de tres horas o compras de última hora. No se me da bien disimular y no puedo mirar más de cuatro segundos a los ojos. No sé lo que es morir de amor, pero menos sé de física cuántica. No suelo arrepentirme de lo que digo, menos de lo que hago. "Vergüenza" o "timidez" son palabras que desconozco. No entiendo porqué todas las películas americanas tienen el mismo final. Creo en la magia y en que todo el mundo miente. Tengo un pánico horrible a la oscuridad, pero mi parte favorita del día es la noche. Creo en sentimientos más allá del tiempo y la distancia, por mucho que mi vida quiera demostrarme lo contrario. No se me da bien la tecnología, ni la física, ni decir te quiero, encima guardo secretos en una cajita de madera porque tengo memoria de pez. A veces desaparezco ,sin más, pero siempre vuelvo. Quizá sonrío demasiado o será que soy incapaz de estar seria. Soy de las que perdonan, de las que perdonan y olvidan. Odio la palabra adiós desde hace años y también se me da fatal estar triste.

Soy yo, y no voy a cambiar. It is clear?

4 de enero de 2010

AÑO NUEVO, VIDA NUEVA.

Si, eso dicen... y yo estoy dispuesta a ponerlo en práctica desde esta misma noche, eso si, sin planificaciones.
Todo este año ha estado lleno de planes, planes preparados con meses de antelación que, por supuesto, no han salido como se planearon; planes de semana en semana, con cambios repentinos el día de antes; y planes de un día para otro que se han cancelado horas antes.
(De acuerdo, también ha habido planes que han salido bien, pero hacedme caso, solo una mínima parte... )
No sé si os habrá pasado, pero a mi por lo menos, casi todo lo bueno me ha ocurrido cuando menos lo esperaba. Llamemoslo destino, casualidad... pero el caso es que las cosas pasan en el mejor momento posible, aunque no queramos verlo.
Por eso, pienso invertir los próximos 365 días en "noplanes", miradas fortuitas en un autobús, encuentros repentinos, canciones (muchas canciones) en modo aleatorio, horas al teléfono sin mirar el reloj, amaneceres en la azotea de mi casa (que acaben en atardeceres), noches enteras de fiesta improvisada, desayunos con sorpresa, horas y horas de playa y sol en un lugar remoto, caricias inesperadas, besos robados, fotos que pongan la piel de gallina, viajes nunca vistos, libros que jamás leería y muchos muchos te quieros (espontáneos).

.. FELIZ 2O1O :)!