21 de febrero de 2010

La pregunta es: ¿Hasta que punto merece la pena?

A veces, solo a veces, me gustaría ser un poquito menos curiosa y más tranquila, porque sólo de esa forma no descubriría cosas que no quiero saber, ni conocer, ni sentir...O podríamos decir incluso que podría ser igual de feliz sin conocerlas... Pero como no puedo evitarlo al final ocurre lo de siempre, la caja de pandora se abre y mis sueños se cierran. Y ahora siento angustia.
Igual que me dijeron hace poco, Bren es esdrújula,...sí y también gilipollas.
Una GRAN GILIPOLLAS
Yo, sinceramente, soy partidaria de que cada persona persiga su sueño, le cueste lo que le cueste y le pese a quien le pese. Soy partidaria de que cada uno se dedique a aquello que le realice como persona. Da lo mismo que uno sea médico, electricista, cajero de supermercado, abogado o filósofo. Da lo mismo el dinero que tengas en una cuenta, las vacaciones que hayas tenido o la ropa que lleves. Todo eso es una gran basura, un desperdicio enorme, si opinas que por ello eres distinto al resto. Al final las personas se miden por lo que son, por lo que piensan y por los grandes momentos que te hacen pasar junto a ellas. Eso es lo importante, lo especial.
Claro que está bien tener una vida acomodada y poder disfrutar del placer de tener todo aquello que anhelas, es genial, claro que lo es. Pero lo cierto es que a todo el mundo no le cuesta conseguirlo de la misma forma, cada uno tiene unas posibilidades distintas y se tiene que acomodar a sus circunstancias, y de esta forma perseguir su ilusión de una forma viable. Debemos ser realistas y consecuentes. Para mí prima la importancia del esfuerzo, del dolor por todo aquello que has tenido que dejar apartado para afrontar tu propia vida, para obtener lo que buscas, lo que pretendes conseguir y alcanzar. Eso sí que es interesante, eso sí que da a las personas su toque de gracia. Ser independiente y confiar en el resto en la justa medida que ellos confiarían en tí. Y no más, porque ya está siendo demasiado. Que nadie te reproche jamás, pero tú tampoco debes hacerlo con el resto. Vivimos en una sociedad repleta de éxito, de luces, de poder. Todos pretendemos lo mismo, el reconocimiento, la gracia, el punto álgido... Y creo que ya va siendo hora de dejarnos arrastrar fuera de los límites de dicho poder porque nos convierte en desalmados fríos y simples.
Quizás muchos de vosotros opinéis que todo esto sobre lo que estoy hablando suena demasiado ideal y bucólico. que no es viable o que aparenta estar bien pero en la propia realidad es algo completamente distinto. Quizás penséis que yo pretendo transgredir y ser una persona “guay” con inquietudes y esas cosas, que me creo distinta, que creo todo esto porque así resulto más conmovedora y excitante. Me da lo mismo, sinceramente. Y me da una rabia tremenda andar soportando comentarios absurdos de personas incongruentes. Raros somos todos, eso nos queda claro. Y generalmente me callo porque no me gusta andar discutiéndolo todo, pero hay ciertos momentos en los que ya no puedo callarme más. Y exploto.
A mi me gusta llamar las cosas por su nombre y en mi humilde opinión, considero que guiarnos por lo que opinen terceros antes que por nuestro propio criterio es una GRAN MIERDA. Y pensar que alguien es más importante que tú solo por sus bienes materiales o sus deshechos es una mierda MAS GRANDE todavía, si cabe.
Que asco.
bien, queridos demonios, después de pasar debajo de una escalera, de romper el espejo, de dormir con calcetines, de abrir el paraguas dentro de casa, de perseguir gatos negros, de derramar la sal por todas partes, de pisar la línea de las baldosas, de encender tres cigarrillos seguidos con la misma cerilla, de poner los zapatos encima de la mesa y de dejar las tijeras abiertas dentro del cajón, he visto que las cosas no van tan mal.

No podéis conmigo, no. Conmigo no. Ya lo habéis visto.

SOY INVENCIBLE.