31 de mayo de 2010

No se paren.

Es gracioso. Resulta gracioso todo lo que antes parecía importante. Todo lo que ahora ya no es importante. Todo lo que ya no importa. No sé... Me acuerdo de tantísimas cosas. De tantas veces que señalé con el dedo a los otros intentando que no se diesen cuenta de que realmente era yo, y no otra, la culpable de lo que había pasado. Me acuerdo de una vez, cuando pequeña, que le pegué una bofetada a una amiga porque tenía que irse a casa y yo quería que siguiera jugando conmigo. Qué fuerte, ¿no? Si hubiese seguido con ese método, ahora habría más de uno por ahí con la mandíbula reventada. Pero con el tiempo aprendes a deshacerte del derecho que alguna vez creíste tener sobre los demás. Con el tiempo aprendes a que el hecho de que alguien entre en tu vida un día no implica que vaya a quedarse para siempre. Y si decide irse, debes darle una palmadita en la espalda y desearle que todo le vaya bien porque, al fin y al cabo, nosotros también nos vamos alguna que otra vez. Es gracioso como ahora miro atrás y me rio de todas aquellas veces en las que pensé que el mundo se me venía encima, y lloré. Ahora me rio de todas esas veces en las que me sentí pequeñita, insignificante, incapaz de continuar hacia delante. Y estoy aquí. Sigo aquí pretendiendo seguir aquí. Es eso lo más importante, ¿no? Seguir aquí y querer seguir estando aquí. Ahora encuentro soluciones para casi todo. Y sé que cuando la vida se me complique, me marcharé. Cuando no aguante aquí, me iré a Laponia o a Islandia. No pretendo pasarme toda la vida huyendo de mi vida, pero tampoco voy a meter mi dedo en la herida, ¿entienden? Hay cosas que no pueden solucionarse. Hay cosas imposibles. El tiempo sólo sana algunos trocitos, algunos fragmentos de vida. Pero para todo lo demás, hay que ponerse una tirita, meterse una muda en la maleta y continuar hacia delante. Sí es cierto que cuando una crece se da cuenta de que todos aquellos huesos que sintió quebrados en algún momento van segregando como una sustancia que los envuelve y los ajusta a nuestra nueva persona -a nuestro nuevo "yo". Y se hace prácticamente sólo. Pero también es cierto que hay un pequeño porcentaje de huesos rotos que el tiempo no envuelve. Y es muy incómodo ir por ahí con los huesos rotos. Yo creo que lo que el tiempo no cura difícilmente podemos curarlo nosotros mismos. Quiero decir que el betadine es sólo para las rodillas y que a veces el simple hecho de que las heridas piquen no implica que se estén curando. No existe la magia más que encima de un teatro. No hay magia en un botiquín de casa. Vamos a morir sangrando. Y mientras más sangremos, más habremos vivido. No podemos pasar los años intentando curar lo incurable, si se nos rompe una pierna usamos la otra, y si nos quedamos sin piernas nos tiramos de cabeza. Pero hay que vivir la vida con lo que queda, no creo que sea útil volver al pasado constantemente para recuperar lo perdido. Lo perdido, perdido está. Y no hay más. Debemos seguir hacia delante y si por el camino perdemos algún sentido, alzamos la manita y decimos Good Bye; pero por favor, no se paren. No se paren.